Plan LEA 27 Junio 2011, 9:01 PM
Los humanos somos seres de tradiciones, nos alimentamos de ellas, nuestra vida cobra significado y dirección gracias a ellas.
Pertenecer a una tradición es sentirse parte de un proceso histórico que nos trasciende, es reconocer que nada importante se construye en una generación, y que el logro de las grandes aspiraciones sólo se da en el relevo de las generaciones, que trabajando sobre un mismo objeto y a la luz de un ideal, van entendiendo mejor su realidad y el ideal, y el modo de aproximarlos.
En la coyuntura actual de nuestros pueblos (me refiero especialmente a República Dominicana y Puerto Rico), por un lado, de una discusión política pública embrutecedora, de crisis del Estado y del sistema tradicional de representación política; y por otro lado, de iniciativas de la sociedad civil y movimientos sociales, sobre todo juveniles, que emergen como alternativas de acción, resulta de la más alta importancia abrirnos y reflexionar, desde nuestro propio “horizonte de experiencia”, con ese otro que es el obrar educativo-político del profesor Bosch. Urge una reflexión crítica y creativa que nos inspire y oriente en la tarea de diseñar y practicar una nueva forma de educación para las nuevas formas de democracia, y sus correspondientes formas de ciudadanía, que emergen en nuestros pueblos.
Según Frank Moya Pons, el título de “profesor” otorgado a Bosch se debió a una sugerencia hecha por Julio Cesar Martínez, periodista que le acompañaba en una gira de charlas en Costa Rica. Se le puso, indica, poco antes de su regreso al país tras la muerte de Trujillo, “porque había necesidad de que al regresar al país se le nombrara de una forma similar a como ocurría con los miembros de la élite dominicana”.
Independientemente de que sea o no cierto este origen puntual anecdótico y accidental del título, el mismo tiene su verdadero origen en el imaginario del pueblo dominicano, que se lo otorgó ‘honoris causa’, es decir como agradecimiento por toda una vida consagrada a educarlo. Quizá ningún otro dominicano merece mejor que Juan Bosch este título. Nadie como él se aplicó a la tarea, en teoría y práctica, de entender y ayudar a transformar -de que se entendiera y transformara a sí misma- la conciencia del pueblo dominicano.
Nadie contribuyó como él y más efectivamente que él a la formación de la conciencia crítica, histórica, política y moral del pueblo dominicano.
Uno no deja de sorprenderse y admirar el poder formador y trasformador que sus discursos, los textos, el obrar y los círculos de estudio del profesor Bosch tuvieron y aún siguen teniendo en generaciones de dominicanos. ¿Qué clase de trasformación en las personas y el pueblo? ¿Por qué? ¿Cómo se producía ese efecto? Estas son algunas de las interrogantes sobre las cuales pretendo reflexionar.
La tendencia a confundir la instrucción escolar o la cátedra universitaria con el educar, es quizá responsable de que se ponga en duda la importancia de nuestras preguntas y la validez de nuestra tesis. Se requiere por ello que clarifiquemos este concepto de “educar” de modo que podamos entender y valorar el obrar educativo-político del profesor Bosch.
INFORMACIONES SOBRE LA OFDP
La Organización para el Fomento del Desarrollo del Pensamiento Internacional (OFDP) es una organización no gubernamental y sin fines de lucro, fundada en Puerto Rico en 1992.
La Organización para el Fomento del Desarrollo del Pensamiento Internacional (OFDP) es una organización no gubernamental y sin fines de lucro, fundada en Puerto Rico en 1992.
Actualmente cuenta con una oficina, un directorio internacional, sedes nacionales y capítulos regionales en Puerto Rico, República Dominicana, México, Cuba, Colombia y Ecuador.
La misión de la OFDP es la de promover iniciativas de reformas e innovaciones educativas orientadas a la emancipación para el desarrollo humano pleno, autónomo y solidario, tanto en los planos individual como colectivo, mediante la creación de una nueva cultura educativa.
La nueva cultura educativa, por un lado admite el condicionamiento social y las limitaciones que éste le impone a las instituciones educativas y a su ideal de un aprendizaje y desarrollo plenos. Por otro lado, afirma la libertad del ser humano para transformar la realidad a través de su actividad reflexiva y crítica y, por ende, para reformar y revolucionar dichas instituciones. Esto sólo puede lograrse mediante la profesionalización y la solidaridad en cuanto a iniciativas asumidas y dirigidas por los propios docentes.
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